La Mesa
Nuestra mesa no tenía la tabla de madera y, en cambio de eso, había una caja grande capaz de contener a una persona. El voluntario fue atado, se le taparon los ojos y colocaron auriculares antes de que se sentara dentro. Mientras escuchaba los sonidos, se lo sometía a diferentes experiencias sensitivas: plasticola en las manos, virulana y lija en la piel, rociador de perfumes y agua, pedazos de manzana para masticar e hisopos en los oídos, entre otras.
En cuanto a Poe, quisimos representar el encierro y aislamiento de sus relatos así como también la brutalidad de las sensaciones.
Sonido utilizado
Qué pienso cuando pienso en Poe
Cada 19 de enero durante siete
décadas, entre la medianoche y las cinco de la mañana, un hombre con abrigo
largo y un bastón de empuñadura dorada dejaba tres rosas y una botella de coñac
a la mitad junto a la tumba de Edgar Allan Poe en Baltimore. Los pocos que lo
vieron de lejos en ese cementerio de una antigua iglesia dicen que se tapaba la
cara con un sombrero y una bufanda blanca.
Hace cinco años desapareció. Su
rito coincidía con el día del nacimiento del escritor. Su nombre sigue siendo
todavía un misterio. La única persona que dijo saber la identidad del visitante
murió sin revelar el secreto.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
Archivo del Blog
-
▼
2015
(40)
- ► septiembre (6)